El jardín de rocas, una opción original y de fácil mantenimiento

Por Melanie Öhlenbach (dpa) – Lagartos que se calientan al sol, pequeños escarabajos que viven entre las grietas, abejas silvestres que recolectan polen y néctar en las flores: un jardín de rocas o rocalla parece siempre lleno de vida.

Sobre el suelo más bien magro crecen plantas que están adaptadas a condiciones más bien ásperas. El entorno agreste, que retiene el calor, sirve de refugio a los animales.

Los jardines de rocas suelen ser muy apreciados, pero también tienen sus críticos. Sin embargo, hay jardines de alto valor ecológico por más que haya mucha piedra en ellos.

«Los jardines de rocas o rocallas son biotopos creados artificialmente que, dependiendo del lugar y la región, imitan en el jardín una situación que se da en la naturaleza», explica  Hans-Christian Eckhardt, de la Asociación de Construcción de Jardines, Paisajes y Terrenos Deportivos del estado federado de Renania del Norte-Wetfalia, en Alemania.

Hay muchas posibilidades de diseño para este tipo de jardines: pueden imitar un paisaje costero o alpino en miniatura, estar en una ladera o sobre un terreno plano, tener colinas, muros de piedra o incluso un pequeño curso de agua.

Solo hay una cosa que un jardín de rocas definitivamente no es: un jardín de grava armado sobre un folio o vellón. «Esas superficies de grava no tienen nada que ver con una rocalla. Son superficies muertas en las que no pueden crecer las plantas ni vivir los animales», advierte la autora de libros Angela Beck, de la Sociedad de Amigos de las Plantas de Alemania.

Una rocalla tiene una estructura completamente diferente, pero no es difícil de crear. Sin embargo, es importante planificarlo con antelación para que el jardín crezca bien.

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La base de un jardín de este tipo no es solo la disposición visual de las piedras, sino sobre todo un análisis del lugar en el que se ubicará y una elección adecuada de las plantas.

Angela Beck recomienda, siempre que sea posible, orientar el jardín de rocas hacia el sureste. «Los lugares que apuntan hacia el sur sin protección y con sol pleno son problemáticos porque el suelo se calienta muy rápido y se seca enseguida», advierte.

También se puede generar algo de sombra artificialmente o construir un muro de piedra seca con algunas suculentas.

«Las especies sedum y siemprevivas tienen hermosas rosetas de hojas y flores», dice Beck. También se pueden plantar en un lugar con orientación sur Saponaria ocymoides, Edraianthus y Cyanus triumfettii. El pie de gato (Antennaria dioica) también se adapta bien, pero necesita un suelo sin cal.

El suelo de un jardín común suele ser demasiado rico en nutrientes para este tipo de plantas. Para adecuarlo, se puede usar arena, arenilla y lava. Las piedras también pueden influir en la calidad del suelo. Las piedras calizas, como la caliza de conchas, la toba y la dolomita, son el acompañamiento ideal para las plantas amantes de la cal, como la Armeria alpina o el Aster alpinus.

«La piedra porosa es muy requerida para esto», explica Beck. «Sin embargo, no es muy estable y se disuelve con los años», añade. De todas formas, hay muchas alternativas: granito pesado y duro, gneis poco calcáreo o arenisca blanda y de colores.

La cantidad de material necesario depende del tamaño y la estructura del jardín. Además de los elementos de diseño, como grandes piedras encontradas en el campo y colocadas en solitario en alguna parte, o placas de piedra verticales, este tipo de jardín también necesita un drenaje y una cobertura.

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No solo las piedras pueden dar estructura al jardín de rocas, sino también las coníferas enanas o las escobas de bruja.

«Las escobas de bruja son pequeñas formaciones leñosas de crecimiento lento que se forman como resultado de mutaciones», explica Beck. «Su crecimiento atrofiado hace que se vean algo estrambóticas, pero al ser perennes son pura ganancia», añade.

Su consejo: optar por pinsapo (Abies pinsapo), falso ciprés de Hinoki (Chamaecyparis obtusa), pícea común (Picea abies) o pino de los Balcanes (Pinus leucodermis).

Una vez creado, el jardín de rocas es de fácil mantenimiento. «Las plantas están acostumbradas a los lugares áridos y a la sequedad», dice el maestro jardinero Eckhardt. «No necesitan abono y requieren poca agua. Y si alguna vez se secan y se retraen, se recuperan rápido si se las riega», añade.

dpa